Emma Alvarez TeamEl mundo de la música regional mexicana se encuentra en el ojo del huracán tras las recientes declaraciones de Gerardo Ortiz, reconocido cantante de corridos tumbados, quien ha testificado en contra de su exrepresentante y CEO de Del Records, Ángel del Villar. Este testimonio surge en el marco de un juicio federal en Los Ángeles, donde Del Villar enfrenta acusaciones de violar la Ley Kingpin al mantener relaciones comerciales con individuos vinculados al narcotráfico.
Ortiz, de 35 años y originario de California, admitió haber participado en al menos seis conciertos organizados por Jesús “Chucho” Pérez Alvear, promotor musical sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por sus presuntos nexos con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Estas actuaciones tuvieron lugar a pesar de las advertencias del FBI sobre las posibles consecuencias legales de colaborar con Pérez Alvear.
Según el testimonio de Ortiz, fue persuadido por Del Villar para continuar con las presentaciones, priorizando los beneficios económicos sobre las implicaciones legales y éticas. Esta revelación pone en evidencia la influencia que el CEO de Del Records ejercía sobre sus artistas, llevándolos a involucrarse en actividades de dudosa legalidad.
El juicio contra Del Villar, quien se ha declarado inocente, ha destapado una red de conexiones entre la industria musical y el crimen organizado. La Fiscalía sostiene que el empresario realizó negocios con Pérez Alvear, a sabiendas de sus vínculos con el CJNG, lo que constituye una violación directa de la Ley Kingpin.
La cooperación de Ortiz con las autoridades, incluyendo su testimonio en el juicio, busca una reducción en la condena que enfrenta por su participación en estos eventos. Este caso subraya la necesidad de una mayor vigilancia y responsabilidad en la industria musical para evitar la complicidad con actividades ilícitas que manchan la integridad del arte y ponen en riesgo la seguridad de sus protagonistas.
La sentencia de Del Villar podría sentar un precedente en la lucha contra la infiltración del narcotráfico en el mundo del entretenimiento, recordando a todos los involucrados la importancia de mantener una ética profesional y legal intachable.
